De lo que A puede aprender de B

Álvaro Ortiz de Zarate

El objetivo de la abstinencia es algo deseable si bien no siempre alcanzable ni mucho menos exigible. La vida es traicionera. Nos las ingeniamos como podemos para mantener a raya el horror, la tristeza y la soledad. Los procesos individualizados que garantizamos algunos de los y las agentes del Tercer Sector a la población en exclusión facilitan recursos personales que no siempre persiguen que la persona afronte las cuestiones de su vida cotidiana sin recurrir al consumo de drogas u otras sustancias o actividades.

La Reducción del Riesgo y el Daño ha sido de forma generalizada y errónea asociada a actividades determinadas y prestaciones concretas en espacios específicos destinados en exclusiva a personas que consumían sustancias más que a un modelo de intervención integral e integrador desde el que acompañar y ayudar a poner en su sitio ese horror, tristeza, soledad, placer. El vicio que dicen o piensan.

El tejido asociativo comenzó a dirimir estas pesquisas junto a la administración cuando ésta decidió apoyar la apertura de un espacio residencial de atención a convalecencia para personas en exclusión que a su salida del hospital no tenían referentes educativos/sanitarios que apoyaran su incorporación al ritmo social, fueran o no consumidoras de sustancias y necesitaran ser acompañadas con diferentes intensidades de apoyo.

Se abrió el melón al tratar de incluir a estas personas en un colectivo mayor y más amplio integrando el consumo en el conjunto de abordajes de un plan individual acompañado por un equipo interdisciplinar. Supuso esto un naufragio educacional y, a la vez, el desarrollo de un modelo que, respetando la decisión y derechos de la persona e interviniendo en su acompañamiento, mejoraba su estado de salud y favorecía la convivencia al disminuir el impacto de la interacción adicción-aislamiento.

Asumir que las personas continúan consumiendo drogas y que no todas están en condiciones de realizar un tratamiento de desintoxicación y/o deshabituación y sí de recibir acompañamiento que mejore su calidad de vida nos llevará a incluir esta importante perspectiva y realidad, a sentir el fenómeno desde el lugar de la persona usuaria, sus necesidades, derechos y obligaciones. Llegará su Tierra Prometida. La pérdida de nuestro poder sobre su potestad para decidir. El abandono generoso a su necesidad. Su descanso.

En esto el tiempo por el tiempo nos hace más cobardes, menos realistas. Nada sostenibles. Avanzar en la prestación de servicios con responsabilidad y esmero, deseando repercutir en el conocimiento, percepción, actitud y comportamiento de las personas que formamos el Tercer Sector, creciendo de forma autónoma y recurrente no es fácil. Nadie nos dijo que fuera fácil trabajar sobre lo que la persona trae y no desde lo que falta. Sin juzgar el bien o el mal. Dejando que el silencio sea música.

Creer en la esterilidad del material y no estancarnos en la esterilidad de nuestras mentes y modelos contaminados por nuestros juicios y costumbres (muchas veces hemos mirado más por la supervivencia del sistema que por la persona perceptora de derechos), apostando por participar en y de la red abriendo espacios de comunicación e investigación conjunta, escuchando la necesidad de las personas usuarias, apoyando el desarrollo de las leyes y mejorando la oferta de prestaciones de atención integral hará que perviva el sentido de nuestra misión. Casi nada. La infancia feliz es un mito. La juventud del sistema un grado.

Álvaro Ortiz de Zarate, Educador Social, Coach Ontológico, Técnico en Intervención Social
Asociación T4 Elkartea

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[Publicado en Deia el 14 de diciembre de 2014]