Claves, llaves y colchones

Carlos Bargos

Estamos conviviendo con una  crisis persistente, en la que la pobreza está afectando más intensamente a las familias más vulnerables. La pobreza de mantenimiento (familias con medios extremadamente justos) ha pasado en la CAPV de un 5,7% en 2008 a un 7,3% en 2012; mientras que la privación (sin medios suficientes) ha pasado en ese mismo periodo de un 2,7% a un 5,8%. Está produciéndose una cronificación de la pobreza que hace que los colectivos más afectados sean aquéllos que la sufren desde hace más tiempo, afectando de forma grave a aspectos físicos, mentales y emocionales de esas familias.

En este contexto contamos con tres estructuras sociales que están cumpliendo un papel de amortiguador y soporte de las situaciones de  pobreza: el sistema de protección, la familia y las organizaciones sociales.

El sistema público de protección social (Renta de Garantía de Ingresos y AES principalmente) es un elemento de cohesión social central en nuestra sociedad. Es un sistema que, aunque sigue sin alcanzar a toda la ciudadanía y -de hecho- ha endurecido requisitos de acceso, al menos logra que no sigan aumentando los niveles de desigualdad. Necesita sin embargo fortalecer sistemas de promoción y salida de esa protección a través, fundamentalmente del empleo y de planes de inclusión social.

Las familias están siendo un ‘colchón’ no solo económico, sino afectivo y relacional, pero ese colchón se está ‘erosionando’, desgastando, lo que hace que muchas de ellas se desenvuelvan cada vez más entre el estrés y la desesperanza, con su horizonte vital cada vez peor. El tiempo corre en su contra. El acompañamiento a las personas, de forma integral, en esta situación se percibe como básico y necesario.

Las organizaciones sociales que respondemos a una creciente demanda pero con una merma en el tiempo de acompañamiento, por aumento de personas atendidas, fundamentalmente, y que puede llevarnos (tentación a evitar) a centrarnos en lo meramente asistencial más que a procesos de incorporación social. Cubrir las necesidades básicas es importante, pero no lo es menos acompañarlas en su camino de promoción hacia una vida plena.

Es necesario afianzar estas tres débiles fortalezas con modelos integrales de intervención social, huyendo del asistencialismo y dotando a la acción social coordinada (pública y privada), de elementos de promoción que provoquen la necesaria salida del circuito de la pobreza y no al mantenimiento (sin esperanza) en el mismo.

También vemos prioritario introducir en la sociedad claves para entender el empleo enfocándolo al bien común, como elemento integrador; no sólo como el ámbito en el que se obtiene rendimiento económico que sostiene proyectos vitales, sino como espacio esencial en el que se desarrollan capacidades, relaciones con otros, y donde nos sentimos necesarios como parte activa de la sociedad. El empleo es un elemento de igualdad que aporta sentido y se convierte en una llave de integración (siempre con máxima atención a las necesarias condiciones económico-laborales dignas). Y todo esto es posible, existen fórmulas de economía social que trabajan “distinto”, empresas sociales, cooperativas de inserción, iniciativas de autoempleo con colectivos en dificultad, propuestas concretas de consumo local, apuestas por el comercio justo, banca ética...que nos ofrecen opciones reales desde un fin transformador.

Claves que son llaves de inclusión y dignificación de las personas. Buenas claves.

Carlos Bargos, Directo de Cáritas Bizkaia
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[Publicado en Deia el 16 de marzo de 2014]