La pobreza infantil no descansa en verano.

Conchi Urigüen

Y, es más, se podría decir que en verano se hace más furibunda. La voraz crisis económica que ha sacudido España desde 2008 no ha hecho más que agravar la situación de la infancia más vulnerable. Una auténtica Gran Recesión que ha provocado que hoy uno de cada tres niños y niñas en España esta en riesgo de pobreza y exclusión social. Un porcentaje solo superado por Rumania en los países de la Unión Europea. Esto quiere decir que 2,5 millones de niños y niñas no pueden acceder a una alimentación equilibrada.

Con la llegada del verano y el fin de curso, miles de niños de las clases más desfavorecidas no tendrán acceso al servicio de comedor y a las actividades extraescolares y de ocio lo que supondrá un detrimento para su correcto desarrollo como personas. No podrán disfrutar como otros niños de las actividades estivales propias de su edad lo que les deja en riesgo de exclusión social.

Este es el caso de los llamados “niños y niñas de la llave” que son los que viven en los hogares de trabajadores pobres, especialmente quienes tienen la llave de su casa, porque después del horario escolar nadie los espera. Sus padres y madres trabajan y las condiciones de precariedad laboral en las que se encuentran no les permiten ofrecerles alguna otra alternativa. Se trata de una infancia invisible, pero que alcanza, según nuestros informes, la cifra de 580.000 niños y niñas de entre 6 y 13 años. Casi el doble que en 2008.

De acuerdo con nuestra investigación iniciada e 2017 sabemos que el 61% de niños en hogares en riesgo de pobreza no había acudido a ninguna actividad organizada en verano, siendo especialmente excluyente para los mayores de 13 años, por motivos económicos. Los progenitores aducían a que era un gasto que no podían asumir. Por otro lado, muchas de las becas y ayudas para alimentación y para las actividades de verano están dirigidas a colectivos de alto riesgo, lo que deja a un amplio abanico de familias con ingresos precarios y a trabajadores pobres fuera del sistema de ayudas. Por ejemplo, una madre con trabajo, con unos ingresos de 500 euros, a veces no puede acceder a las ayudas, no por su precaria situación sino por la gran cantidad de casos del alto riesgo que son mas graves que el suyo y que le preceden en la lista.

Mas de la mitad de estas familias en riesgo de pobreza (58%), con hijos entre 3 y 17 años, no fueron de vacaciones al menos una semana el año pasado, porcentaje que desciende al 27% si hablamos de hogares sin riesgo de pobreza. Es por este motivo por el cual EDUCO junto a diversas entidades de ámbito local organizan actividades de tiempo libre que incluyen alimentación, actividades educativas y recreativas para que niñas y niños disfruten del verano. Trabajamos conjuntamente para impulsar cambios en las políticas públicas y en la vida social para que reivindiquen el valor de los modelos de conciliación familiar como garantía de derechos de la infancia. Tenemos miedo de que la pobreza sea tomada como algo crónico y que lleguemos a normalizar que la gente lo pase mal.

Con nuestro programa de Becas Comedor Verano atendimos el año pasado a 4280 menores y dimos 234.823 comidas, unas cifras que esperamos repetir pero que tememos serán insuficientes ya que hay 580.000 niños y niñas en esta situación en España. Todavía muchas familias sufrirán los estragos de la pobreza en nuestro país.

Podríamos pensar que la década de La Gran Recesión ha sido el caldo de cultivo de una infancia en condiciones de pobreza, aislamiento y exclusión social, como son los Niños y Niñas de la Llave. Pero mas bien ha sido un acelerador de la pobreza ya que en 2008 los Niños y Niñas de la Llave eran 350.000 y ahora ya superan los 580.000. A este ritmo necesitaríamos 22 años para acabar con la pobreza infantil.