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Nagusilan, acompañamiento a la personas mayores en situación de soledad no deseada

Ainara Arregi

NAGUSILAN es una de las muchas asociaciones vascas que con la ayuda de voluntarios tiene como misión acompañar a las personas mayores en situación de soledad no deseada. Hemos entrevista a su director Unai Pérez de San Román y al coordinador de Bizkaia, Pedro Olaetxea para conocer los proyectos de la asociación y el trabajo que realizan los voluntarios.

¿Cómo nace Nagusilan?

U.P.: Nagusilan surge en 1995 como iniciativa de un conjunto de personas mayores con el apoyo del Dpto. de Servicios Sociales de la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Centro de Investigación y Estudios sobre Política Social (SIIS). Se inspira en la experiencia estadounidense de voluntariado social de mayores The Retired and Senior Voluntary Programme (RSVP). Desde entonces, hemos ido creciendo gracias a la dedicación y saber hacer de su voluntariado.

Actualmente, somos 900 voluntarios que estamos repartidos sobre todo en Gipuzkoa, pero también en Álava, Bizkaia, Navarra y Madrid. En su día también hubo voluntarios en Granada.

El objetivo principal de Nagusilan es el acompañamiento a personas mayores, en principio por parte de otras personas mayores, aunque ya está abierto también a personas jóvenes, menores de 30 años. Todavía son el mínimo, no llega ni al 10 %. 

P.O.: De los cuatro voluntarios que somos en Bizkaia, dos son jóvenes. 

¿Cuál es el perfil de voluntario de Nagusilan?

U.P.: La mayoría, sobre el 70 % son personas jubiladas, mayores de 65 años, y en su mayoría mujeres.

P.O.: Y las personas a las que se acompañan en la mayoría también son mujeres.

¿Eso puede ser porque las mujeres solicitan más ayuda que los hombres?

U.P.: El proyecto principal en el que tenemos voluntariado es el de residencias y centros de vida. En este proyecto las derivaciones vienen por parte de las personas profesionales, es decir, por la psicóloga o la trabajadora social. Ellas son las que hacen el seguimiento de las personas en las residencias y las que detectan que una persona está a falta de visitas y/o padece soledad no deseada. La mayoría de las personas que hay en residencias son mujeres, y en muchos municipios se hacen acompañamientos grupales.

También hay voluntarios que ofrecen talleres. Por ejemplo, si hay un voluntario que le gusta la jardinería, y la residencia a la que va a realizar el voluntario cuenta con un jardín, aprovecha esa oportunidad para realizar el acompañamiento de forma didáctica. También hay a quien le gusta la lectura, y realiza el voluntariado leyendo el periódico en voz alta.

¿Habéis percibido que en el voluntariado de persona a persona se cree un ambiente de confianza, que a veces incluso sea mayor que la que se tiene con la familia?

P.O.: Sí, sí, hay más confianza, sobre todo por teléfono. Al principio cuesta, pero luego si se consigue la confianza. Yo de los cuatro o cinco voluntariados que he tenido con Hilo de Plata, creo que casi todos acaban diciéndome: "No se te ocurra contárselo a mi hija". 

Sí que acabas encontrando una intimidad que no lo tiene ni a veces ni con la familia directa, y sobre todo cuando se establece esa relación de persona muy mayor con persona más joven, que la persona más joven, o su hija, por ejemplo, pues lo que hace es exigirle un poco a la madre que haga cosas que a la madre no le apetece. Y entonces intentas ayudarle a tomar una decisión.

¿Y cómo lo gestionáis cuando los temas que os cuentan tienen una carga emocional?

P.O.: En teoría, Hilo de Plata mantiene una cierta distancia, pero para mí es imposible. No es difícil, para mí es imposible. Yo no puedo mantener una distancia con una persona que hablo todos los días desde hace dos años. Y al final sí que te acabas vinculando. Como te vinculas con un amigo que te cuenta las cosas.

¿Cuántas horas dedicáis a la semana al voluntariado?

P.O.: Cada voluntario entre hora y media, y dos horas. Depende un poco de la disponibilidad que tengas. Tienes que cumplir alguna normativa porque es una residencia, por ejemplo, no puedes ir a la hora de las comidas. Tienes que ir a las horas de las visitas.

También depende un poco cómo lo lleve el usuario, quiero decir, que si estás mucho tiempo, te das cuenta que le cansas, que le agotas, pues te vas. O al contrario.

Y cada voluntario, ¿cuántos usuarios atendéis más o menos?

U.P.: Pues depende. Es libre. No hay tope. Parte de nuestro papel es frenar un poco a la gente, sobre todo al principio, porque ves que hay mucha necesidad. Tú vas a una residencia y estás con una persona y dices, ¡Qué bien le vendría a esta otra persona que estuviera con ella!. Pero el voluntario tiene que estar bien, sin sobrecargarse para poder continuar con el voluntariado y hacerlo con alegría y a gusto. Esto es una de las cosas que se exigen mucho al principio. Es como, bueno, estate por lo menos tres meses con un voluntariado, una hora, una hora y media, máximo. Si dentro de tres meses quieres otro voluntariado, ya buscamos a otro usuario.

También hay gente que lleva lleva años haciendo una actividad una vez a la semana, una hora y media, y está así.

Y hay personas que van todos los días a la residencia quitando los fines de semana. Pero con usuarios diferentes.

¿Quién solicita que una persona que está en la residencia necesite ayuda?

U.P.: Hay tres vías. Puede ser la propia persona. Se han dado casos de personas que han estado en Nagusilan y a día de hoy están en una residencia y solicitan ayuda a Nagusilan. También pueden ser los profesionales de la residencia y a veces, también los familiares.

En el caso de las personas que están en sus hogares, principalmente son los servicios sociales lo que se ponen en contacto con nosotros, y también los familiares. En domicilios, en muy pocas ocasiones es la propia persona la que pida.

¿El efecto llamada entre residentes de una residencia también existirá, verdad?

P.O.: Seguro que existe. Lo que sí es verdad es que, al final, no acabas solo siendo la compañera de alguien. Sino que te pones a hablar con alguien. Incluso, acabas conociendo a todas las personas que están en la residencia. La residencia a la que voy yo tiene treinta y pico residentes, y al final acabas conociendo por nombre a todos.

U.P.: Esa es una de las cosas, de los beneficios que cuesta medirlo y recogerlo en un documento para las instituciones.

¿Y el voluntario cómo llega a Nagusilan?

P.O.: En mi caso, me jubilé y yo decía, bueno, yo quiero hacer algo de voluntariado porque pienso que tengo que devolver un poco la sociedad lo que me ha dado. Estuve buscando distintas cosas y dónde poder encajar y pues claro, hay cosas que me quedan muy lejos. Y como yo había tenido la experiencia de cuidar a mis suegros, que los dos ya fallecieron, pero dije, oye, pues esto de estar con personas mayores, pues igual esto es bien, ¿no? Y entonces contacté con Nagusilan.

Como todavía estábamos menos desarrollados en Bizkaia, comencé con Hilo de Plata, y así es como yo llegué a Nagusilan.

¿Hace cuánto tiempo fue eso?

P.O.: Casi dos años y medio, empecé después de la pandemia. Hilo de Plata se desarrolló mucho durante la pandemia. Ahí es cuando se creó la aplicación, porque previamente los voluntarios de Hilo de Plata solían ir a la centralita, a las oficinas de Donostia y llamaban desde allí.

Y luego ya, al no poder ir ahí, empezamos a hacer llamadas desde casa con nuestro teléfono. Ocultábamos nuestro teléfono para mantener una cierta independencia o un anonimato. Pero luego ya se buscó una aplicación y es la aplicación quien contacta con el usuario y además así se registra cuántas veces llamas. Nos ha costado un poco entenderla y ponerla en marcha, pero ya lo hemos conseguido.

U.P.: En Hilo de Plata muchas veces el problema que tenemos es que cuando se realiza la ficha de entrada se le pregunta al usuario si quiere que sea de su municipio o de alrededor, y mucha gente prefiere, para esto que estábamos hablando del anonimato y de contarlo todo, que no sea del mismo municipio, sino de uno más lejano.

¿Empezaste con Hilo de Plata, y luego continuaste con el voluntariado en residencias?

P.O.: Sí, continué con las dos cosas. En enero de 2023 empecé con la residencia.

¿A parte de esos dos servicios, tenéis algún proyecto más?

U.P.: Sí, aparte de los acompañamientos individuales y grupales, tenemos una actividad de éxito, y que a día de hoy, tiene un montón de personas voluntarias, y que además va en aumento, y son los grupos musicales. Son voluntarios que como les gusta la música, su voluntariado lo realizan ofreciendo conciertos en centros de día y residencias.

P.O.: Adaptan los conciertos a los usuarios de cada residencia. Muchas veces cantan canciones de toda la vida, en euskera y castellano, y hay residentes que después de muchos años han vuelto a cantar e incluso a bailar, después de muchos años sin hacerlo.

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