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“Lo más difícil es estar durmiendo en la calle y tener que hacer las cosas bien”

Ainara Arregi

Iker, nombre ficticio, es un ejemplo de superación. Tras pasar una década en prisión, desde hace ya 5 años está libre y su caso es un ejemplo a seguir para muchas personas en la misma situación. Con mucho dolor pero con otro tanto de valentía, ha aceptado contarnos para GIZADIBERRI su dura vida en libertad.

Nos citamos con Iker, nombre ficticio, en las oficinas de la asociación Zubiko en Bilbao. Para Iker dichas oficinas son muy conocidas; lleva acudiendo a ellas desde hace cinco años, cada vez que necesita ayuda relacionada con la inserción socio-laboral. "Sin la ayuda de ellas, no hubiera sido capaz de hacer nada. Desde el primer momento me ayudaron a preparar el CV, a buscar ofertas de empleo en Internet, e incluso, recién salido de prisión, me dejaban realizar las llamadas telefónicas para los puestos de trabajo" explica Iker con voz entrecortada. Llegó a Zubiko aconsejado por la psiquiatra del Centro Médico de Salud, en el que Iker estaba en tratamiento para deshabituación a tóxicos. "Yo andaba mal y cuando la que fue mi compañera por aquel entonces, se quedó embarazada de mis hijos, mi cabeza hizo un click, y quería cambiar de vida", añade Iker. "Aquí, en Zubiko, estaba todo ganado, porque no me daba vergüenza decir que venía de la cárcel, pero en otros sitios, no quiero que se sepa que he pasado por prisión. En muchos sitios, no te dan ni una oportunidad", recalca. En ese sentido, explica cómo en un puesto de trabajo que ejerció de cocinero, todos los halagos iniciales se desvanecieron rápidamente, cuando una persona ajena al negocio, le contó al jefe que Iker había estado encarcelado. Por ello, nos cuenta que muchas veces prefiere esconder su pasado hasta ganarse la confianza del responsable.

Iker no ha estudiado para ser cocinero, todo lo que sabe actualmente, lo ha aprendido de forma autodidacta y a base de mucho esfuerzo: "recuerdo perfectamente la primera vez que me llamaron para trabajar de cocinero, que me mandaron hacer una tortilla de champiñones, y cuando vieron que no sabía ni cortar los champiñones, me mandaron para casa", añade. Pero a base de empeño y ganas de hacer bien las cosas, actualmente trabaja como cocinero.

Se emociona cuando revive todos los malos momentos que le ha tocado vivir fuera de prisión; "lo más difícil es estar durmiendo en la calle y tener que hacer las cosas bien", nos confiesa Iker entre lágrimas.

Consiguió su empleo actual viviendo en la calle. "Imagínate lo que es dormir en la calle, y tener que presentarte a una oferta de trabajo, en la que no has podido ni comer ni asearte. O lo que es peor, tener que ir a trabajar durmiendo en la calle", detalla Iker. En cuanto pudo, solicitó el pago de la nómina por adelantado, y se fue a vivir a una pensión, "de ahí en adelante, todo lo demás rodado". 

Cuando llegó el Covid 19 se quedó sin empleo, y tuvo que volver a la calle; "podía quedarme de ocupa, pero si quiero hacer bien las cosas, no tenía otra oportunidad", explica Iker, que también comenta que "se echa de menos la falta de estabilidad laboral a la hora de tener que hacer las cosas bien”. Aunque ahora está trabajando, sus hijos de 14 años, viven con la abuela, con la madre de Iker, porque tal y como reconoce él, con su situación no los puede tener él, "no soy tan irresponsable", añade. Si no llega a ser por sus hijos, Iker asegura que hubiese vuelto a prisión, seguro. "Las chicas de Zubiko a mí me han dejado dinero para comer" se sincera Iker, cuando recuerda en la situación precaria en la que vivió durante la pandemia. Actualmente, comparte piso con una familia; él tiene derecho a dormitorio y baño, pero no sabe hasta cuándo podrá seguir viviendo en él, ya que, todo depende del trabajo, "vuelvo a repetir que se echa en falta una estabilidad laboral, para poder seguir adelante. Yo si no trabajo, me veo en la calle", añade emocionado. 

Iker reconoce que "el Gobierno Vasco está haciendo las cosas mejor que antes, pero se les olvida un paso, y es que para trabajar y hacer las cosas bien, no te pueden dejar en la calle sin nada". 

"Si se quieren hacer las cosas bien, se puede. Yo siempre he dicho que si pones la mitad de las ganas que pones para hacer las cosas mal para hacer las cosas bien, te garantizo de que va a salir" anima a las personas que se encuentran a las puertas de salir de prisión, pero también, afirma que "el sistema no ayuda".

Rememora que hace muchos años, estando en prisión, solo quería ser una persona normal y ahora, se siente afortunado porque cada vez es una "persona más normal", entendiendo por normal, una persona libre con un empleo y un hogar, donde poder vivir. En este sentido, quiere recalcar la importante necesidad de un servicio para las personas que no tienen a donde recurrir una vez quedan en libertad definitiva y no tienen a donde ir, "entonces es un búscate la vida y es normal que haya gente que reincida en el delito, porque no es fácil verte en la calle y que no tengas para comer".

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