Ainara Arregi
La Directora de Servicios Sociales del Gobierno Vasco, Marian Olabarrieta recalca la labor tan importante que han realizado interinstitucionalmente, tanto trabajadores sociales como agentes del tercer sector social de Euskadi, a lo largo de esta pandemia, siempre poniendo en el centro de atención a la persona, al ciudadano.
¿Cómo ha afectado y evolucionado los servicios sociales de Euskadi durante la pandemia?
En la primera fase de la pandemia en la que no podíamos salir y no teníamos acceso a salir, lo primero que tuvieron que hacer los servicios sociales fue reinventarse para poder seguir atendiendo a las personas, y se ha hecho un esfuerzo grande mediante llamadas telefónicas, y atención telemática. En ese sentido, todo lo que durante la pandemia hemos hecho para acercar los servicios sociales a la ciudadanía ha venido para quedarse; nos ha servido para mejorar todos los servicios sociales. Durante todo este tiempo que ha transcurrido desde que el Covid 19 llegó a entre nosotros, los servicios sociales han atendido de manera urgente todas las necesidades que han ido surgiendo, porque las necesidades sociales seguían igualmente, e incluso, en algunos casos, se incrementaron las necesidades, y también aparecieron nuevas necesidades sociales. Entonces, desde la coordinación de diputaciones, ayuntamientos y Gobierno Vasco se ha hecho un gran trabajo en responder a todas las personas que han requerido de ayuda social.
Entre las necesidades atendidas por la pandemia, ¿han surgido nuevos perfiles de usuarios de servicios sociales?
Debido a la pandemia, muchas necesidades que ya existían han aflorado, pero también han emergido otros perfiles, como son, perfiles relacionados con la economía sumergida: como son las personas cuidadoras, las mujeres dedicadas a la prostitución, o incluso, a los vendedores ambulantes, entre otros. Algunos de esos perfiles, ya han vuelto a su rutina, ya que, la economía ha mejorado, pero otros todavía siguen necesitando los servicios sociales.
¿Cuál ha sido el servicio más demando debido a la pandemia?
Demandado como tal ninguno, pero se han reforzado los servicios que ya existian, para poder atender urgentemente a las necesidades que se estaban generando. Por ejemplo, Beti on se tuvo que acomodar a la realidad, y aumento su frecuencia de asistencia con las personas que ya eran usuarias del servicio. Debido a la soledad que se vivió en muchos hogares, el seguimiento fue mucho más frecuente. El servicio ha sido mucho más intenso en relación a las personas mayores.
¿Cuáles son los programas con los que habéis trabajado en la pandemia?
En marzo de 2020, cuando nadie podía estar en la calle, nos encontramos con las personas que viven en la calle, con las personas sin hogar. En colaboración con los ayuntamientos y las diputaciones, habilitamos los “aterpes” para acoger a las personas sin hogar, en total unas 1.635 personas. Una vez que terminó el confinamiento, pero aún con el estado de alarma en activo, creamos una serie de recursos del programa LEHEN URRATSA, para que las personas sin hogar hicieran uso de esos servicios. En total, entre marzo de 2020 y diciembre de 2021, alrededor de unas 600 personas utilizaron estos servicios.
En el 2022 hemos empezado a gestionar los recursos con ayuntamientos y diputaciones para que esas 600 personas, poco a poco, se vayan integrando en la sociedad, dependiendo de las necesidades de cada uno de ellos. Al tratarse de un colectivo muy heterogéneo, hay que personalizar las ayudas que se les destina, por eso, trabajamos con otros programas que iremos poniendo en marcha a lo largo de este año. Esta es una labor que hemos llevado a cabo conjuntamente en una mesa interinstitucional junto con el tercer sector social de Euskadi, que, por cierto, ha hecho un trabajo increíble, y ha puesto toda su experiencia y conocimiento para ayudarnos. Sin ellos no hubiéramos podido hacer nada.
Por otra parte, pusimos en marcha el proyecto GUZTION ARTEAN, servicio que tenía como objetivo cubrir las necesidades básicas de las personas, como llevarles comida, medicación, etc. Este fue el servicio denominado red de solidaridad, que gestionaron Cruz Roja y Cáritas conjuntamente, y en la que una red de voluntarios ayudaba a las personas que por diversos motivos no podían acceder a necesidades básicas: personas mayores, personas con diversos niveles de discapacidad, etc.
ADI fue un servicio de atención psicológica para la gente que estaba angustiada porque estaba confinada, o porque tenía mucho miedo al virus, pánico para salir a la calle, etc. En este servicio atendimos a 400 personas.
BETIRAKO es un servicio de ayuda al duelo. No es lo mismo cómo pudimos vivir el duelo al principio de la pandemia en marzo de 2020, o cómo lo vivimos ahora, que sabemos más sobre el virus, podemos permanecer junto con nuestros familiares hospitalizados, etc. Con este servicio lo que queríamos era evitar el duelo traumático que sucede cuando fallece algún familiar, se convierta en duelo complicado porque no lo hemos podido llevar bien. Éste ha sido un programa de despedida, de duelo como tal, y hemos atendido casi a 800 personas.
El programa ERDU era un programa de apoyo a las personas con adicciones en proximidad. Hay que tener en cuenta que entre las 600 personas que entraron en los albergues, en el servicio "aterpeak", es gente con otras patologías o enfermedades: salud mental, adicciones, etc, y había que atender a estas personas. Entonces, como no podían ir al ambulatorio, pero seguían teniendo sus necesidades, junto con las 4 instituciones que ya trabajan en programas de adicción, creamos éste servicio, que mediante unas unidades móviles nos desplazábamos por los“aterpes” para atender a estas personas. Por otra parte, este servicio ha servido para que algunas personas se diesen cuenta de que tenían una adicción pero no la controlaban. Me refiero por ejemplo, a gente que todas las tardes se tomaba 7 vinos, pero cuando nos encierran en casa, no se los puede tomar y se da cuenta de la dependencia que tiene al alcohol, o gente que juega a las máquinas. Han emergido nuevos perfiles gracias a este servicio. En el programa ERDU hemos atendido a 1280 personas.
Luego hemos tenido el programa AZKEN SAREA INDARTZEN que no es un recurso como tal, sino unas ayudas económicas para cubrir necesidades básicas. Este programa ha sido destinado para personas, por ejemplo, que como no podían salir a trabajar, necesitaban ingresos para cubrir necesidades básicas, y no eran perceptores de otras ayudas económicas como puede ser la Renta de Garantía Ingresos (RGI). Las asociaciones del tercer sector social han jugado un papel importante en este programa, porque ellos han sido quienes han tenido identificadas a esas personas, en total, más de 11.000 personas.
Y finalmente, hay otro programa que no corresponde al departamento de Servicios Sociales del Gobierno Vasco, pero que tiene como objetivo ayudar a los niños y niñas con brecha digital. Se trata del programa AUKERAK SUSPERTZEN. Había familias que no contaban con equipos informáticos en casa, o conexión a Internet, o padres y madres que les ayudaran con tareas de la escuela, y el programa ha tratado de ofrecer ese tipo de ayuda a las familias con brecha digital.
¿De todos estos programas cuales siguen adelante actualmente?
AUKERAK SUSPERTZEN es ya un programa estructural del departamento y también mantenemos ERDU, porque hemos visto que, pese a que está todo abierto, y nos podemos mover sin restricciones, hay ciertos perfiles que no van a acudir a los servicios sanitarios. Este año, del proyecto LEHEN URRATSA vamos a mantener la parte que corresponde a atender a las personas sin hogar, para ver si a lo largo de este año conseguimos que cada uno de ellos se integre y vuelva al recurso correspondiente.
La pandemia ha dejado en evidencia la necesidad de unos buenos servicios sociales. ¿Qué deben mejorar los servicios sociales vascos?
Esta pandemia nos ha demostrado que debemos estar coordinadas todas las instituciones y que tenemos que poner a las personas en el centro, y debemos pensar en las personas no sólo cuando tienen una necesidad o una carencia, sino a las personas como tal, debemos acercar la administración a las personas y seguir afianzándonos en que nuestros servicios sociales han funcionado. Las personas son una parte esencial de este gobierno, no sólo en servicios sociales, también en educación, sanidad, en todo. Seguimos poniendo las personas en el centro de atención, y a pesar de que algunos programas se dan por cerrado, continuamos trabajando para que las personas necesitadas se integren en la sociedad. Creo que se han reforzado y refortalizado los servicios sociales y hemos demostrado que con el esfuerzo tanto del tercer sector social, como los propios trabajadores de los servicios sociales, que se han puesto todos a uno, hemos hecho frente a este pandemia. Y con las residencias lo mismo, que han sido el punto de mira y un punto de mira muy injusto, porque el trabajo que han hecho ha sido terrible. El decreto de residencias que tenemos ha servido para que el efecto de la no haya sido tan grave como en otros sitios. Estamos contentos por todo lo que hemos hecho; la coordinación interinstitucional de Euskadi es totalmente necesario e importante, y seguiremos trabajando en esa línea.
15 de junio: Día Mundial de Toma de Conciencia Contra el Abuso y Maltrato en la Vejez
Ainara Arregi
La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó en 2006, el 15 de junio como Día Mundual de Toma de conciencia Contra el Abuso y el Maltrato en la Vejez, y desde entonces, se celebra anualmente este día en defensa de los derechos de las personas mayores. Con motivo de ello, en GIZADIBERRI hemos recogido el testimonio de personas mayores como Jesús Orbe y Ramón Urrutia, médico e ingeniero jubilados, respectivamente, que nos han acercado su visión sobre el maltrato a personas mayores y nos han comentado algunas pautas a seguir para combatir el maltrato.
Gizalde, Bizkaia Gara, Batekin
En Euskadi, la tradición solidaria ha perdurado a lo largo de los años, con un crecimiento constante de la participación en actividades voluntarias. Según datos recientes, más del 17 % de la población ha participado en alguna forma de voluntariado en el último año, lo que significa aproximadamente 320.872 personas, demostrando un compromiso sólido con la construcción de una sociedad más justa y equitativa.